¿Quién es Carlomagno Pedro y cómo se relaciona su obra con el Día de Muertos?
octubre 24, 2024Por: Chandra Martínez
Día de Muertos, alegre fiesta en que se celebra la vida a través de la muerte, acompañada de la cornucopia que desborda calaveras de azúcar y de papel maché, papel picado, flores, incienso, fruta, muestras de la gastronomía mexicana, elementos ofrendados para recordar y traer de vuelta a nuestros difuntos mediante lo que en vida los hizo gozar del mundo. ¿Cuál es el origen de la fiesta que cada año anticipamos para reencontrarnos con las memorias de nuestros muertos?
La celebración del Día de Muertos tiene sus raíces en el México prehispánico, vinculada al culto a los difuntos, en particular, a los rituales mortuorios de diversas culturas que guiaban sus almas hacia el espacio-tiempo de la muerte que les correspondía, entre ellos el Mictlán. Hoy en día, nuestra fiesta es producto del sincretismo cultural entre las costumbres precolombinas y las que se introdujeron en la Nueva España a partir del siglo XVI de origen europeo. El culto católico de los días de Todos Santos y Fieles Difuntos, el primero asociado a la veneración de reliquias en iglesias, conventos y santuarios, y el segundo establecido tras las pestes del siglo XIV con el fin de orar por el perdón de los difuntos católicos, ambos de origen medieval y celebrados desde su instauración los días 1 y 2 de noviembre respectivamente, al igual que sus fiestas, fueron adaptadas en las ciudades con mayor presencia de españoles y criollos, mientras que la población indígena acogió estas tradiciones con el paso de los años a través del adoctrinamiento regular que llevó a cabo la Iglesia como parte de su proyecto de evangelización y conquista espiritual.
Con el tiempo surgió un nuevo espacio ritual al cual acudir el 2 de noviembre y representó otro cambio en las costumbres funerarias. A causa de las crecientes inquietudes provocadas por los cadáveres humanos que perecieron por enfermedades epidémicas y sus miasmas, la Corona española ordenaría en 1787 la edificación de cementerios alejados de las poblaciones, exhumando definitivamente a los muertos fuera de las iglesias. El cronista decimonónico Ignacio Manuel Altamirano relata: “A uno y otro lado de la carretera y del ferrocarril y bajo la sombra de los chopos y de los álamos que bordan la calzada, caminaba una procesión no interrumpida de gentes alegres y turbulentas […]. Era el pueblo pedestre de México […]. Las familias llevaban juntamente con algunos cirios y crespones o flores negras, ramos de flores naturales, coronas de siempreviva o de ciprés y cestos con comida y frutas y enormes jarros de pulque.”
El tema de la muerte ha tenido diversos tratamientos producto de los complejos procesos históricos y socioculturales de México, culminando en el siglo XX con la sátira política de José Guadalupe Posada. Carlomagno Pedro Martínez (San Bartolo Coyotepec, 1965), heredero de la tradición alfarera del barro negro que los habitantes de San Bartolo Coyotepec en Oaxacahan mantenido por numerosas generaciones, entiende profundamente el papel de los rituales en torno a la muerte en la construcción identitaria del mexicano. Fabricante de imágenes surreales y macabras, Carlomagno se dedica a dar forma y representar mosaicos de la cosmovisión indígena, al igual que diversas tradiciones mestizas mediante el barro. La imagen de una mazorca negra y sus granos de maíz sustituidos por cráneos nos remite al ciclo agrícola del maíz, asociado con la vida y la muerte. Por el contrario, la pieza Apuntes del Orígen celebra la vida en sus manifestaciones más mundanas y el simultáneo y perpetuo duelo contra la muerte en nuestra vida diaria, recordatorio al que nos enfrentamos cada Día de Muertos. Ambas piezas en exhibición, te invitamos a conocer el trabajo del maestro Carlomagno Pedro Martínez, así como, diversas piezas de la cultura material de los estados de Oaxaca y Chihuahua en De Corazón México.