El mezcal, bebida emblemática de la cultura mexicana, tiene un profundo arraigo en las tradiciones ancestrales y en la cosmovisión mitológica de los pueblos originarios. Su proceso de elaboración, que conserva técnicas ancestrales, refleja una interacción simbólica y profunda con la tierra. No es solo una bebida alcohólica, sino una manifestación de un legado cultural que se transmite de generación en generación. Elaborado a partir del agave, el mezcal tiene un sabor único que no solo es el resultado de su compleja destilación, sino que también encierra historias y leyendas que lo vinculan con lo divino y lo místico. Una de las leyendas más relevantes en este contexto es la de Ehécatl y Mayahuel, que explica el origen del agave, la planta sagrada de la que se obtiene el mezcal.

Según la mitología mexica, cuando los dioses crearon el mundo y a los seres humanos, se dieron cuenta de que los hombres necesitaban un medio para expresar su adoración y celebración por la vida. Fue así que el dios del viento, Ehécatl-Quetzalcoatl, concibió la creación de una bebida sagrada que pudiera provocar la alegría de los hombres. Para ello, Ehécatl se dirigió hacia la diosa del maguey, Mayahuel, y la trasladó a la tierra. Juntos se transformaron en un árbol con dos ramas: una llamada Quetzalhuéxotl, asociada a Ehécatl, y otra denominada Xochicuahuitl, vinculada a Mayahuel. Al percatarse de su ausencia, la abuela de Mayahuel, Cicimitl, emprendió su búsqueda, y al encontrar el árbol, rompió la rama que correspondía a la diosa, de la cual brotaron los primeros huesos del agave. Así, el sacrificio de Mayahuel dio origen al maguey (o metl), una planta que no solo sería la fuente de bebidas sagradas como el pulque, sino que, posteriormente, al ser destilada, se convertiría en el mezcal, bebida que celebraría a los dioses y sería fuente de gozo para los seres humanos.

El mezcal, por lo tanto, es mucho más que una simple bebida. Es un legado tangible de la unión mística entre Ehécatl y Mayahuel, que simboliza la relación entre el viento, la tierra y los cielos. Esta conexión divina se refleja en el proceso artesanal de elaboración del mezcal, que, a pesar de los avances tecnológicos, conserva una esencia primitiva en cada uno de sus pasos. En primer lugar, los maestros mezcaleros seleccionan las piñas de agave maduras, las cuales son cocidas en hornos de piedra durante varias horas. Este proceso, conocido como cocción, permite la liberación de los azúcares presentes en el agave, que se transforman en un jugo dulce. Posteriormente, el jugo se fermenta en tinas de madera o barro, donde las levaduras naturales convierten los azúcares en alcohol. Finalmente, el líquido fermentado se destila en alambiques de cobre o barro, donde el maestro mezcalero controla el proceso de manera precisa para obtener un producto de alta calidad, en el que se preservan tanto el sabor como las características sensoriales propias del agave.

El modo en que se sirve el mezcal es también una parte esencial de la experiencia. Tradicionalmente, se consume en mezcaleros de barro negro, vasos artesanales que poseen propiedades específicas que enriquecen la degustación de la bebida. El barro negro, conocido por su capacidad para mantener la temperatura, permite que el mezcal conserve sus características organolépticas de manera más prolongada, además de realzar sus aromas, lo cual mejora la percepción sensorial al beberlo. El uso de estos vasos no solo responde a una necesidad práctica, sino que representa un acto de respeto hacia las tradiciones y el arte popular mexicano. Los mezcaleros de barro negro, elaborados por artesanos de diversas regiones de México, son auténticas piezas de arte que reflejan el legado cultural del país.

Para aquellos interesados en adquirir mezcaleros de barro negro de calidad, la tienda De Corazón México ofrece piezas elaboradas a mano por maestros artesanos de oaxaca, quienes preservan técnicas ancestrales de alfarería transmitidas a lo largo de los siglos. Al adquirir un mezcalero de barro negro en De Corazón México, no solo se obtiene un recipiente funcional, sino también una pieza única de la rica historia cultural y material de México, que permitirá disfrutar del mezcal de manera auténtica. Como dicen en Oaxaca, “para todo mal, mezcal; para todo bien, también, y si no hay remedio, litro y medio”